El teleco dicharachero

martes, abril 26, 2005

Descubriendo Roma

El jueves 7 de abril nos despertamos con un contratiempo. Tatiana iba a venir desde España con el mismo vuelo que habíamos llegado nosotros el día anterior. Cuando llegó a las 8h al aeropuerto de Manises, no le permitieron facturar el equipaje. No estaba en la lista de pasajeros y la gente de Ryanair no le supo dar ninguna explicación, ni solución. Así que al primer problema, Ryanair no da respuesta. El caso es que inicialmente tenía el billete para venir con nosotros, pero tuvo que hacer un cambio de fecha. Tuvo que llamar a un número de tarificación especial (1euro minuto) para hacer la modificación de la reserva. Pues resulta que le cambiaron del día 6 al día 6, teniendo en cuenta que Ryanair solo tiene un vuelo al día entre Valencia y Roma, eso no fue un cambio, fue una tomadura de pelo.
El día anterior ya había sucedido algo parecido, a Laura una amiga que iba a venir desde Suiza con su hermana, ella venía con Easyjet y le cancelaron el vuelo. Así que cuidado con las compañias de bajo coste.

Esa mañana quedamos con el grupo que se alojaba en un hostal, quedamos en Santa Maria la Maggiore, de allí fuimos hasta la iglesia de San Pietro in Vincoli. Allí se encuentran las cadenas de San Pedro y el Moisés de Miguel Ángel. Es una iglesia relativamente pequeña, y no suele llenarse de turistas. Después de esta visita nos dirigimos al Coliseo. Desde San Pietro está a 5 minutos, fuimos haciendo fotos del exterior. Preguntamos en la taquilla y compramos un ticket que por 12 euros permite visitar 9 sitios de interés, la Arqueologica Card, permite visitar: Palatino*, Termas de Caracalla*, tumba de Cecilla Metella*, Villa dei Quintili, Palazzo Altemps, Palazzo Massimo, Cripta Balbi*, Terme di Diocleziano. Con asterisco he marcado los sitios que pude visitar.

Al entrar al Coliseo uno se imagina lo impresionante que habría sido vivir en el momento de apogeo de Roma. Está en un estado ruinoso, pero se conserva la estructura y se capta la esencia del lugar.

Vista interior Coliseo
Interior del Coliseo

Dimos una vuelta y nos hicieron una foto de grupo,

Foto de grupo en el Coliseo
Foto de grupo en el Coliseo

Atención al tipo que lleva una camiseta de París mientras visita Roma, efectivamente soy yo ;)
Tras el recorrido, y como ya había hambre nos pusimos a comer con el Arco de Constantino y el Coliseo de fondo.

Comida en el Coliseo
Comida al lado del Coliseo

Me puse una camiseta que había comprado en un puesto de 3 por 10 euros, ya que con la camiseta negra de París me estaba achicharrando.

Tras la parada en boxes para reponer fuerzas, fuimos por la Via Sacra hacia el Foro Romano. Allí preguntaron en un pequeño museo por unos baños, y al llegar me di cuenta que no tenía la mochila con la documentación, DNI, móvil. Así que empezamos a buscar desesperadamente, pensando que algún carterista habría hecho su agosto. Miramos por todos lados, hicimos el recorrido de vuelta. Gracias a que David iba haciendo fotos cada 5 minutos, pudimos ver en que punto ya no tenía la cartera. Casí sin esperanzas me acerque al pequeño museo que está al principio del Foro. En itagnolo pregunté por algún lugar de objetos perdidos, y una mujer sonriente me dio la mochila y me dijo que la había llevado 5 minutos antes un turista.
En ese momento pensé que mi cuota de suerte del día ya la había consumido. Tras el incidente subimos al Palatino, un parque desde el que se tiene una vista impresionante del Foro Romano, Arco de Tito y el Coliseo.

Foro desde el Palatino
Foro desde el Palatino

Seguimos el recorrido para ver la Bocca della Verità en la iglesia de Santa Maria in Cosmedin, pero estaba cerrada la entrada y nos quedamos con las ganas, solo pudimos verla tras unas rejas.
Como estaba al lado nos acercamos a ver el Circo Máximo, del que no queda nada, simplemente la forma. Allí habían instalado un centro de acampada, para todos los peregrinos que al día siguiente iban a asistir al funeral del Papa.
Luego nos asomamos a ver el rio Tíber y la Isla Tiberina,

Isla Tiberina
Isla Tiberina

En la Via del Teatro di Marcello subimos al primer autobús en Roma, allí los autobuses abren por delante y por detrás, y es costumbre no pagar por el transporte.
En raras ocasiones se ve a algún turista marcar el billete en las máquinas instaladas para tal fin. Seguimos el refrán español, "Allá donde fueres, haz lo que vieres". Y el resultado fue muy bueno, transporte a coste cero.

En Roma el sistema de transporte metropolitano funciona a la perfección, hay muchas líneas para las diferentes zonas, tienen una frecuencia de paso muy buena y es posible ir de una punta a la otra de la ciudad en menos de 20 minutos. A pesar de la cantidad de gente que había esos días en la ciudad, no vimos apenas atascos, no hay tantos semaforos como en otras ciudades, al principio parece un poco suicida cruzar por cualquier sitio, pero es lo que terminas haciendo. Y los coches no paran muchas veces al ponerse su semaforo en rojo, así que toca hacer de peatón kamikaze.
Con el autobús llegamos a Piazza Venezia,

Piazza Venezia
Piazza Venezia

A la hora a la que llegamos el monumento estaba cerrado, así que hicimos unas fotos rápidas y dejamos la visita pendiente para otro día. Buscamos una parada de autobús que nos llevase a San Giovanni porque allí habíamos quedado con parte del grupo, para ir luego a tomar un helado. Sin tiempo para pensar llego un autobús de la línea 571, David nos incitó al asalto del bus al grito de "este, este es bueno" y cuando llevabamos un rato nos dimos cuenta que iba en el sentido contrario. Subió por el Campo de Fiori en paralelo al Tíber, al llegar al puente Vittorio Emanuelle II se paró, ya que estaban empezando a cortar calles en la zona del Vaticano. Allí dio la vuelta y ya fuimos hacia el punto de encuentro, con una hora de retraso.
Esa noche en la catedral de San Giovanni in Laterano había una vigilia por el Papa, nos repartieron velas, zumo, agua y vimos como se llenaba la catedral de jóvenes y fuera mucha gente se instalo en tiendas de campaña para seguir al día siguiente por unas pantallas gigantes el funeral.
Una vez nos encontramos con el resto del grupo fuimos a tomar el helado, fuimos al Palazzo del Freddo. Había muchisimos sabores diferentes, de frutas especialmente. Nos tomamos una tarrina gigante, con 4 sabores. Con eso casi no cenamos, digo casi porque al regresar al piso teníamos que preparar la comida del día siguiente, para llevarla en tuppers. Hicimos spaghetti carbonara y spaghetti con queso azul danés (el roquefort tenía un precio prohibitivo). Y no pudimos dejar de probarlos. Entre unas cosas y otras nos acostamos tarde y cansados por el intenso día de turistas, pero satisfechos por todas las cosas que habíamos podido hacer en un día.

Continuará ...